Este lugar fue considerado durante siglos el límite de las tierras conocidas, la frontera del Más Allá, el Fin del Mundo.
La punta es un acantilado en ascensión desde los temidos islotes de O Petonciño y de A Centola hasta el monte de O Facho (242 m) donde parece que estaba el Ara Solis de la Antigüedad para la celebración de los ritos solares. Tradicionalmente se considera el punto más occidental del continente, aunque en puridad no le corresponda tal título. Hasta aquí se prolonga el Camino de Santiago para los peregrinos que, según la tradición, queman a la orilla del mar las ropas y comienzan el regreso a casa.
Desde el principio de los tiempos Fisterra evoca un misterio insondable en el alma de los hombres. Las raíces del aura legendaria de estos parajes, abiertos a la inmensidad del Océano Atlántico, descansan en la mitología de los primeros pobladores de Europa. Los antiguos creían que el mundo terrenal daba paso, con la llegada de la muerte, a otra existencia en una isla situada al oeste, donde se ponía el sol. En las leyendas celtas es frecuente encontrar imágenes de héroes que hacen su último viaje a este paraíso en una barca de piedra. Esta unión de piedra, mar y espiritualidad pervive en distintas formas a lo largo de la Costa da Morte.
Cuando los romanos llegaron a este lugar, presenciaron por primera vez el espectáculo sobrecogedor del sol hundiéndose en las aguas. Encontraron un altar dedicado al astro rey, el Ara Solis, erigido por las tribus celtas de la zona. Diversas fuentes ven un paralelismo directo entre la imagen del sol hundiéndose en el mar y la hostia y el cáliz del escudo de Galicia. Hoy, una plaza en el pueblo recibe el nombre de Ara Solis.
Es muy probablemente el faro más visitado de Europa, así como el más próximo a América.
Construido en 1853, a 138 metros sobre el nivel del mar y considerado el cabo del fin del mundo "Finis Terrae". Durante miles de años se pensó que más allá de él tan sólo existía una sima acuosa en la que el sol se apagaba cada noche y a través de la cual se llegaba a una región de tinieblas poblada por monstruos marinos.
Ahora un faro orienta el incesante desfilar de navíos por uno de los lugares de más intenso tráfico marítimo del mundo. Hoy ya no estamos en el fin de la tierra, pero sí en el fin del Camino de Santiago. Sólo falta regresar. Regresar de Santiago contentos y satisfechos. El haber hecho el Camino de Santiago es una condecoración que se puede ostentar siempre con orgullo. Si se ha llegado hasta Fisterra, con más razón.